Omar Alejandro Porras Becerra

30.09.2020

Autobiografía

Yo, Porras Becerra Omar Alejandro, nací en el Hospital Central de San Cristóbal, Edo. Táchira un 12 de julio del año 1995. Hijo de Rosa Porras y Erwin Ramírez. Mayor de tres hermanos y mayor de los morochos. Fui bautizado por el Pbro. Antonio Martínez, religioso agustino, a los pocos meses de nacido y mis padrinos son Pablo Rangel (Pablito) y Alibe Porras y confirmado por Monseñor José Hernán Sánchez, de feliz memoria y obispo castrense para aquel momento, siendo mi padrino Rafael Porras (Rafaelito).

Estudié preescolar en la Unidad Educativa Edo. Trujillo de Táriba, Municipio Cárdenas; realicé mis estudios de primaria en la Escuela Básica Monseñor San Miguel y la secundaria en el Liceo Monseñor Antonio Ignacio Camargo Álvarez, ambas instituciones ubicadas en Palmira, Municipio Guásimos.

Soy nativo de Palmira, Municipio Guásimos, Edo. Táchira; pero actualmente resido en el Paraíso, Municipio Libertador, Distrito Capital en el Seminario Castrense "San Juan de Capistrano" como seminarista del tercer año de la etapa configurativa de la formación sacerdotal.

Nacido en el seno de una familia católica se me inculcó desde pequeño los valores evangélicos, los cuales fui fortaleciendo con el pasar de los años. Desde muy temprana edad la vida consagrada llamó mi atención, pero mi respuesta, para ese momento fue nula; incluso, la intriga me llevó a formar parte del grupo de monaguillos de mi parroquia a los 12 años, pero nunca con la idea de ingresar al seminario, ya que para ese momento un niño a esa edad piensa en otras cosas como jugar todo el día con la pelota, montar bicicleta, hablar de carros y motos, hacer nuevos amigos para compartir, correr en el parque, entre otras muchas cosas más que caracterizan esa etapa de la vida. Pero el llamado por parte de Dios era insistente y yo tenía otros planes para mi vida, es decir, ser sacerdote nunca estuvo dentro de mi proyecto de vida.

Más tarde, a la edad de 15 años, por medio de un gran amigo conozco el grupo Encuentro de Hijos e Hijas, o como se le conoce actualmente, Encuentros Familiares de Venezuela en donde pude disfrutar, aprender y servir a muchos jóvenes hasta que tomé la decisión de ingresar al seminario. Desde esa experiencia activa en Encuentros Familiares de Venezuela y con la ayuda de grandes personas que forman parte de esa gran familia, pude ir madurando y creciendo, no solo en el camino de fe, sino también en mi camino vocacional, hasta llegar a donde me encuentro hoy en día gracias a sus oraciones y acompañamiento.

Por último, la decisión de ingresar al seminario fue de gran sorpresa, alegría y admiración para mi familia y amigos, pues mi personalidad, antes de entrar al seminario, no iba de la mano con esa idea de configurarme a Cristo Sumo y eterno Sacerdote. Pero respondí y sigo respondiendo como Samuel "Habla, Señor, que tu siervo escucha" 1Sam 3, 10. 

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